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Real Monasterio de Rueda

El Monasterio

En la localidad de Sástago, a orillas del río Ebro, se levanta el soberbio conjunto monumental del monasterio de Rueda, uno de los máximos exponentes de la orden cisterciense en Aragón. Quedarás deslumbrado por la austeridad de su iglesia, su claustro gótico, su esbelta torre mudéjar y la gran noria hidráulica de 18 metros de diámetro que da nombre al monasterio.

El Real Monasterio de Nuestra Señora de Rueda

se asienta en la vereda del río Ebro, entre las nobles villas de Sástago y Escatrón

Ora et labora, el trabajo y la oración

El monarca Alfonso II, en 1182, otorga la villa y el castillo de este último enclave al Císter, de forma que los monjes pronto comienzan la construcción del monasterio, siendo en el año 1202 cuando se inician oficialmente las obras y 1238 el la consagración del templo. Las obras se alargan hasta el s XIV, cuando se concluye la fábrica medieval del conjunto y se eleva su esbelta torre mudéjar.

El enclave es ideal para el monje cisterciense, la renovatio del espíritu, según dicta la Regla de San Benito y la revitalización de su esencia; esto es, la búsqueda de la humildad y la pureza mediante el Ora et labora, (el trabajo y la oración), en su vida cotidiana.

La orden del Císter basa su vida en la oración y el cultivo de la tierra, para lo que se sirven del agua que irriga los fértiles campos. Rueda no es la excepción: su único complejo norial, junto con el acueducto y los canales, que hace siglos acompañaban con el murmullo del agua la cotidiana vitae de los monjes, vuelven a acompañarnos en nuestros días.

En cuanto a su arquitectura

el Monasterio de Rueda mantiene esta condición cisterciense de arquitectura humilde, alejada de la ostentación de Cluny

Arquitectura

Ampliaciones sucesivas de los siglos XVII y XVIII se extendieron alrededor del monasterio

El conjunto presenta la planta típica del Císter debido a que la edificación fue realizada por los propios monjes, siendo de hecho los abades del mismo los arquitectos encargados de las obras. Un gran acierto en esta obra fue que las ampliaciones sucesivas de los siglos XVII y XVIII se extendieron alrededor del monasterio, dejando intacto el primitivo núcleo medieval, al tiempo que las celdas de los monjes, la espectacular galería herreriana y el palacio abacial dieron forma a la Plaza de San Pedro, conformando la monumental entrada actual.

En 1836, con la Desamortización de Mendizábal el periplo religioso del conjunto culmina para ser reconvertido en un inmueble con funciones agrícolas y ganaderas. Finalmente, en 1998 la titularidad del mismo se traspasa a la Diputación General de Aragón siendo el año 2003 clave para su restauración.

Hoy, el Monasterio de Nuestra Señora de Rueda se muestra en todo su esplendor para ser redescubierto a través de un viaje a su glorioso pasado.